El Fusarium es un género de hongos filamentosos pertenecientes a la clase Ascomycota, que comprende numerosas especies patógenas capaces de causar enfermedades en una amplia gama de plantas cultivadas y silvestres. Estos hongos se encuentran en todo el mundo y se consideran importantes patógenos en la agricultura debido a su capacidad de sobrevivir en el suelo durante períodos prolongados y su amplio rango de hospedadores.
El Fusarium es conocido por su habilidad para producir una variedad de estructuras de resistencia, como clamidosporas y microconidios, que les permiten sobrevivir en condiciones adversas. Estas estructuras pueden persistir en el suelo durante años, lo que facilita la reinfección de los cultivos y dificulta su control.
Una de las características distintivas del Fusarium es su capacidad de producir metabolitos secundarios, incluyendo diversas micotoxinas. Estas micotoxinas son compuestos químicos tóxicos que pueden afectar negativamente la salud humana y animal, además de causar pérdidas económicas significativas en la producción agrícola. Algunas de las micotoxinas más conocidas producidas por el Fusarium incluyen la deoxinivalenol (DON), la zearalenona y la fumonisina.
El Fusarium puede causar una amplia gama de enfermedades en los cultivos, que van desde la marchitez vascular hasta la podredumbre de las raíces y el malformación de los tallos y frutos. Estas enfermedades son difíciles de diagnosticar debido a la variabilidad de las especies de Fusarium y a la capacidad de muchas de ellas para infectar diferentes órganos de las plantas en diferentes etapas de crecimiento. Además hay muchas otras enfermedades que producen síntomas similares como puede ser la Phytophthora por lo que no podrás saberlo con seguridad sin hacer pruebas de laboratorio.
Las especies de Fusarium infectan las plantas a través de heridas o aberturas naturales, como estomas y lenticelas. Una vez dentro de la planta, el hongo se multiplica y coloniza los tejidos, causando daños a nivel celular y sistémico. Los mecanismos de virulencia del Fusarium incluyen la producción de enzimas degradativas, toxinas y compuestos que suprimen la respuesta de defensa de las plantas.
El desarrollo y la propagación del Fusarium están influenciados por una serie de factores ambientales, incluyendo la temperatura, la humedad del suelo y la disponibilidad de nutrientes. Las especies de Fusarium muestran diferentes rangos de temperatura óptima para el crecimiento y la producción de esporas, lo que puede afectar la incidencia y la severidad de las enfermedades en diferentes regiones y estaciones del año.
El quitosano es una de las pocas sustancias que clasifica en todas las categorías de fungicidas y aún así no es considerado un fungicida legalmente. Es decir tiene multiples formas de relacionarse con el sistema de la planta, del suelo y del hongo y por tanto funciona como sistémico, por contacto, como protector, curativo y es por supuesto biológico.
“Los mecanismos de virulencia del Fusarium incluyen la producción de enzimas degradativas, toxinas y compuestos que suprimen la respuesta de defensa de las plantas.”
El Fusarium oxysporum f.sp. fragariae es la especie de Fusarium más comúnmente asociada con la marchitez de la fresa. Este hongo ocasiona la marchitez de las plantas, provocando un marchitamiento gradual de las hojas, comenzando desde las más viejas hasta las más jóvenes. Además, las raíces también pueden mostrar síntomas de necrosis, lo que afecta aún más la absorción de nutrientes y agua por parte de la planta.
Desde el punto de vista fisiológico, el Fusarium oxysporum f.sp. fragariae infecta las raíces de la fresa y se propaga a través del sistema vascular de la planta. Una vez que el hongo ha colonizado los tejidos, interfiere con el transporte de agua y nutrientes, lo que conduce a la marchitez y la disminución del crecimiento de la planta. Además, el hongo puede producir toxinas que contribuyen a los síntomas de la enfermedad.
La reproducción del Fusarium en fresas ocurre a través de esporas producidas en estructuras llamadas conidios. Estas esporas son liberadas al suelo y pueden sobrevivir durante períodos prolongados en condiciones favorables. Cuando las condiciones son propicias, las esporas germinan y penetran en las raíces de las plantas, estableciendo la infección.
El Fusarium en fresas se desarrolla mejor en condiciones cálidas y húmedas. Temperaturas entre 20-30 °C son óptimas para el crecimiento del hongo. Además, la humedad del suelo también juega un papel importante, ya que las esporas requieren una película de agua en la superficie de la raíz para poder germinar y penetrar en la planta. Un suelo mal drenado o el exceso de riego pueden favorecer la proliferación del Fusarium.
¿Por qué es interesante el tratamiento con quitosano para la lucha contra el fusarium?
Por que el fusarium es un habitante natural del suelo. Pretender eliminarlo como se hace en la actualidad con desinfecciones de suelo es insostenible en el tiempo e incompatible con las politicas agícolas que nos deparan en el futuro.
Nuestro enfoque es preventivo y en especial de fortalecimieto de la planta. Para permitir una convivencia natural con patógenos sin que esto afecte la producción.
Además la base fungistática de nuestras formulaciones impide que se disparen las colonias de fusarium haciéndolas más fáciles de gestionar para la planta.
La elección del fungicida adecuado no lo es todo para el control de los hongos en los cultivos. Siempre será más fácil de solucionar y a la larga más económico, prevenir la enfermedad que curarla. Esto es algo que los agricultores sabemos casi por instinto pero las prácticas del cultivo intensivo nos han llevado a dejar de “invertir” en la calidad del suelo. En su lugar utilizamos las soluciones más rápidas que nos saquen del apuro pero si también nos quitan eso habrá que replantearse otra manera de gestionar nuestros cultivos.