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El control de enfermedades fúngicas es uno de los principales retos en agricultura. Mildiu, oídio, fusariosis, botritis o Phytophthora (fitoftora) pueden arruinar campañas enteras si no se gestionan adecuadamente. Tradicionalmente, la solución ha sido recurrir a fungicidas químicos de síntesis, pero su uso está cada vez más limitado por normativas europeas, la presión social y la necesidad de reducir residuos.

En este contexto emergen los llamados fungicidas ecológicos. Conviene aclarar desde el inicio que, regulatoriamente, muchos de estos productos no son considerados fungicidas en el sentido estricto del término. Se encuadran dentro de categorías como sustancias básicas, productos de bajo riesgo o bioestimulantes. Esto no significa que no funcionen, sino que su modo de acción es diferente: no “envenenan” al hongo como lo hace un químico convenconal, sino que actúan reforzando a la planta, creando ambientes desfavorables o compitiendo con el patógeno.

El resultado práctico es claro: cuando se aplican con criterio técnico, estos productos ofrecen resultados sólidos y cumplen con la normativa ecológica vigente.

 

 

¿Por qué los fungicidas ecológicos tienen mala fama?

Aunque la experiencia en campo demuestra su eficacia, todavía persiste la idea de que “lo ecológico no funciona igual que lo químico”. Esta percepción tiene dos orígenes principales.

En primer lugar, porque los fungicidas sintéticos y los ecológicos se utilizan de forma distinta. Los químicos suelen aplicarse como soluciones de choque: actúan rápido y permiten corregir una infección avanzada. En cambio, los ecológicos están pensados para la prevención y el manejo a largo plazo. Productos como el quitósano, por ejemplo, no eliminan el hongo de inmediato, sino que refuerzan la planta y mantienen el suelo sano durante campañas sucesivas si se emplean con regularidad. Para el productor, esto significa un cambio de mentalidad: dejar de esperar resultados instantáneos y entenderlos como una inversión en la estabilidad del sistema productivo.

En segundo lugar, está el factor económico. El complejo agroquímico ha sido durante décadas el principal beneficiado del modelo basado en moléculas sintéticas. Hoy, solo cuatro multinacionales (Bayer, BASF, Corteva y Syngenta) concentran más del 65% del mercado mundial de fitosanitarios, lo que les da un poder enorme no solo en la distribución de insumos, sino también en la orientación de políticas agrícolas y en la financiación de estudios científicos. El auge de productos ecológicos representa un riesgo directo para ese negocio: son sustancias naturales, muchas no patentables, con márgenes más bajos y que reducen la dependencia del agricultor hacia una marca concreta. No es casualidad que se haya intentado debilitar su imagen, presentándolos como secundarios o poco fiables.

El paralelismo con la industria farmacéutica es evidente: existen sustancias eficaces y de bajo coste que apenas reciben visibilidad porque no generan grandes beneficios. En agricultura ocurre lo mismo: los fungicidas ecológicos funcionan, pero no siempre interesa que se sepa.

 

Diferencias clave entre fungicidas sintéticos y ecológicos

 

  • Fungicidas sintéticos
    • Actúan de forma curativa o erradicante.
    • Inhiben procesos vitales del hongo (síntesis de ergosterol, división celular, respiración).
    • Tienen efecto rápido, pero generan resistencias si se abusan.
    • Dejan residuos, sujetos a límites máximos (LMR) y a revisiones regulatorias constantes.
  • Fungicidas ecológicos
    • Su acción es sobre todo preventiva.
    • Refuerzan defensas vegetales, crean entornos hostiles (cobre, azufre, extractos vegetales) o desplazan al patógeno mediante competencia (Trichoderma, Bacillus).
    • Requieren constancia y planificación, no son una solución de urgencia.
    • Con uso continuado, mantienen el suelo limpio y biológicamente equilibrado, reduciendo la presión de hongos en el largo plazo.

 

Categorías de productos comúnmente llamados fungicidas ecológicos

 

1. Minerales autorizados

Cobre (oxicloruro, hidróxido, sulfato tribásico)

  • Modo de acción: los iones Cu²⁺ interfieren en enzimas del hongo, bloqueando la germinación de esporas.
  • Usos: mildiu, antracnosis, bacteriosis.
  • Limitación: acumulación en suelo → la UE regula dosis máximas.

Azufre

  • Modo de acción: vapores que interfieren en la respiración celular del hongo.
  • Usos: control histórico de oídio.
  • Limitación: fitotoxicidad a >28-30 ºC.

 

2. Sustancias básicas y derivados naturales

Quitósano

  • Modo de acción: induce resistencia sistémica adquirida (SAR) y dificulta la penetración del hongo, además tiene un efecto fungistático en el suelo.
  • Usos: preventivo de amplio espectro en hortícolas, viñedo y frutales.
  • Ventaja: mejora la estructura del suelo con los años y crea simbiosis positivas con trichodermas, bacillus y microorganismos beneficiosos.

Extractos vegetales (ajo, cebolla, cola de caballo, neem, ortiga, etc.)

  • Modo de acción: compuestos antifúngicos (alicina, sílice, azadiractina) que crean un ambiente desfavorable.
  • Usos: apoyo en fases iniciales de infección o alta humedad.
  • Limitaciones: persistencia corta, requieren repetición frecuente.

Extractos de algas marinas (Ascophyllum, Laminaria, etc.)

  • Modo de acción: ricos en polisacáridos, betainas y fitohormonas naturales. No atacan al hongo directamente, sino que mejoran la respuesta frente al estrés, reduciendo la incidencia de enfermedades fúngicas.
  • Usos: hortícolas, frutales y viñedo; especialmente útiles en programas de prevención combinados con quitósano y microorganismos.
  • Ventajas: aportan además mejora fisiológica y mayor resistencia a sequía o salinidad, factores que suelen predisponer a la infección fúngica.

 

3. Microorganismos antagonistas

Trichoderma spp.

  • Modo de acción: coloniza raíces, compite por nutrientes y espacio, produce enzimas que destruyen hongos (Fusarium, Pythium, Rhizoctonia).
  • Usos: control preventivo de enfermedades de suelo.

Bacillus subtilis y B. amyloliquefaciens

  • Modo de acción: producen metabolitos antifúngicos y estimulan la resistencia vegetal.
  • Usos: mildiu, alternaria, botritis.

Otros: Streptomyces spp., Pseudomonas fluorescens.

 


 

Beneficios de los fungicidas ecológicos en agricultura sostenible

  1. Cumplen normativa → autorizados en agricultura ecológica.
  2. Reducen residuos → clave para exportación y consumidores exigentes.
  3. Mayor seguridad → menos riesgos de toxicidad en campo y en consumo.
  4. Protegen biodiversidad → respetan polinizadores y fauna auxiliar.
  5. Disminuyen resistencias → diversidad de modos de acción evita la presión selectiva.

 

Aplicación práctica en campo

Ejemplo en viñedo

Un programa ecológico frente a mildiu y oídio puede estructurarse en torno a:

  • Base con quitósano: mantiene el suelo libre de patógenos, activa defensas de la vid y favorece la colonización de Trichoderma en la rizosfera.
  • Inoculación de Trichoderma spp.: establece un escudo biológico frente a hongos de suelo.
  • Azufre: aplicado en brotación y prefloración para oídio.
  • Cobre: en periodos de riesgo de mildiu, siempre respetando la dosis anual.
  • Cola de caballo: refuerzo natural en fases de alta humedad.

El resultado: un viñedo con protección preventiva sólida, suelo biológicamente activo y cumplimiento normativo.

Ejemplo en hortícolas intensivos bajo invernadero

  • Aplicaciones regulares de quitósano en fertirriego: clave para mantener suelos intensivos libres de patógenos durante ciclos largos.
  • Trichoderma spp.: inoculación para colonizar raíces y desplazar hongos nocivos.
  • Bacillus subtilis: tratamientos foliares contra botritis y alternaria.
  • Extractos vegetales (ajo, cebolla): complementos en periodos de alta humedad para frenar esporulación.

Así, el agricultor mantiene un sistema intensivo sostenible, productivo y con menor dependencia de químicos.

 


 

Objeciones y preguntas frecuentes

 

¿Son tan eficaces como los químicos?

Sí, pero con un enfoque distinto: mejor en prevención que en curación.

¿Puedo usarlos sin riesgo de sanción?

Sí, siempre que estén en la lista oficial de sustancias básicas o productos autorizados.

¿Funcionan en cualquier cultivo?

Sí, adaptando dosis y momento.

¿Qué pasa si cambia la normativa?

Al ser sustancias básicas y de bajo riesgo, tienen mayor estabilidad regulatoria que muchas moléculas sintéticas.

¿Son más caros?

El coste por hectárea puede ser similar, aunque requieren más aplicaciones preventivas. A cambio, ofrecen seguridad y estabilidad a medio plazo.

En definitiva…

Los llamados fungicidas ecológicos no son un “parche verde”, sino una herramienta estratégica para enfrentar la creciente presión de hongos en cultivos, reducir residuos y mantener el cumplimiento normativo.

Su eficacia no depende de la publicidad, sino de la planificación preventiva y del uso continuado. Sustancias como el quitósano y microorganismos como Trichoderma permiten mantener suelos limpios, vivos y productivos, reduciendo la dependencia de productos de síntesis.

En un escenario de normativas cambiantes y mercados cada vez más exigentes, los fungicidas ecológicos son, más que una moda, una necesidad práctica para la agricultura sostenible.

 

 


Recursos y bibliografía